Efstaidalur - Vik

Comenzamos un nuevo día, después de dar buena cuenta de un copioso desayuno islandés, poniendo rumbo al pueblo de Selfoss, algo de civilización en medio de ninguna parte. Selfoss es la población más reciente de Islandia, pero al mismo tiempo es la ciudad más grande del sur. Selfoss carece de interés turístico salvo por la bonita iglesia y un curioso puente colgante que te da la bienvenida nada más llegar al pueblo. Tras hacer una breve parada para ver la iglesia y sacar diversas fotos de la misma y del puente, damos una vuelta al pueblo montados en el coche, tres minutos de duración, después nos encaminamos hacia Stokseyri, un pueblo a orillas del mar con un pequeño puerto pesquero y alguna casa pintada de colores.

De camino a la cascada de Seljalandsfoss paramos a reponer fuerzas en una gasolinera, con algo de comida rápida, para perder el menor tiempo posible. De camino a la cascada, un gran valle de abundante vegetación herbácea y arbustiva que junto con los numerosos cursos de agua y la roca volcánica, otorgan al paisaje una variedad de colores poco frecuentes. Las cascadas, casi todas ellas de origen glaciar se suceden al lado de la carretera, para hacer más apetecible el viaje, hasta casi la misma catarata. Seljalandsfoss es un salto de agua de 60 mt que puedes bordear por un camino de piedras y tierra marrón. Eso sí, tienes que ponerte un buen chubasquero porque te pones de agua hasta arriba. Permanecimos en aquel maravilloso lugar un buen rato, sacando fotos, paseando por los alrededores donde encontramos otras dos cascadas de menor tamaño y descansando un rato. Buen lugar para descansar.

Nuestra siguiente etapa Skogafoss, la hermosa catarata de Skógar, que se precipita desde 60 mt de altura en mitad de un verde acantilado. Si desde
la lejanía parece grandiosa, de cerca parece aumentar, ante el atronador ruido del agua al estrellarse contra la poza. A la derecha de la cascada encontramos una escalera que lleva a la parte superior, y desde luego merece la pena subir para observar las vistas del valle que se abre a los pies de la catarata. Aquí es donde conocemos a Rafa y Ramiro, dos periodistas de RTVE que están como nosotros de vacaciones, pero aprovechando la circunstancia están haciendo un reportaje sobre Islandia y los gallegos en Islandia para el periódico la voz de Galicia. No lo he dicho aun, eran gallegos, de Santiago exactamente. Desde este día nos los encontraríamos casi todos los días, puesto que estábamos haciendo las mismas etapas, con la salvedad de las últimas jornadas.

Después de un charla con nuestros colegas gallegos nos ponemos en marcha rumbo al faro de Dyrhólaey, el punto más meridional de la isla. En este paraje llama la atención un arco natural de 120 mt de altura que ha formado la erosión encima de las rocas. Pero al llegar nos encontramos con que la carretera estaba cerrada por un valla, donde un cartel nos anunciaba que se trata de una reserva de aves, que en ese momento estaban en época de cría. Lo más gracioso es que la abrían una semana más tarde. Nos tuvimos que conformar con ver el arco de lejos y sacar alguna que otra fotillo desde la distancia.

Con la cara de tontos que se nos había quedado nos dirigimos a Vik, donde nos alojamos en un Bed & Breakfast, algo justito, la verdad. Vik, es una villa donde lo que más destaca es su nombre, el único pronunciable para los españoles, aparte de eso, una bonita iglesia situada estratégicamente en la zona más alta del pueblo. Se notaba que este pueblo se usa como lugar para pernortar por los turistas que hacíamos esta ruta.


Tras dar buena cuenta de algo de fiambre, como lujosa cena, nos encaminamos al glaciar Mýrdalsjökull. Una pista sinuosa de tierra y piedras nos recibe, pero no hace que perdamos la ilusión de ver nuestro primer glaciar. Tras un rato por la pista llegamos a la base del glaciar, que con una altitud de 150 mt y una extensión de 700 km cuadrados es el cuarto mayor del país. Lo que más nos sorprendió fue su color negro, que delataba el es
condite del volcán Katla, que se oculta a mil metros bajo el glaciar.

Había sido un día completo y lleno de actividad, lo que hizo que molestara un poco menos la luz de la noche al irnos a descansar.