El Reino del Hielo. El Este


En pocas partes de Islandia el hombre percibe tan de cerca su pequeñez como en las proximidades de Vatnajökull, el mayor glaciar de Europa. Aquí todo es a lo grande: los grandes casquetes glaciales recortados contra el cielo, las ciclópeas montañas y las huellas de las fuerzas telúricas. Pero no es sólo este carácter titánico lo que fascina. En ningún lugar la vista disfruta de tan viva paleta de colores y rocas como en Lónsöræfi, Borgarfjörður, etc.
En ningún lugar el verdor de la naturaleza es tan intensamente verde, el glaciar tan blanco, el cielo tan azul, las arenas tan negras como en el reino de Vatnajökull; escenario descubierto por las productoras de cine y publicidad internacionales que lo usan como fondo para sus películas y anuncios. No fue casual que a los pies del glaciar se inaugurase, en 1967, el primer parque nacional del país. El Parque Nacional de Skaftafell es hoy una de las más célebres atracciones turísticas de Islandia. Su Centro de Información da cuenta de esta naturaleza única y en el cercano pueblo de Höfn se ha inaugurado el Museo del Glaciar.

Además se ofrecen paseos en barca por la laguna glacial de Breiðamerkurlón y excursiones por el propio Vatnajökull. La fauna aviar de la zona es muy rica. Aquí la mayoría de las aves migratorias toman tierra en primavera, y a menudo, arriban numerosas especies erráticas desviadas desde otros países de Europa.
Pero la comarca a los pies de Vatnajökull no es lo único impresionante. Los Fiordos del Este, con sus escarpadas montañas y picos componen un paisaje único. Ésta es, geológicamente, una de las zonas más antiguas del país y los glaciares erosionaron la tierra tanto que dejaron a la vista sus entrañas: las bolsas de magma que se encontraban a 3 km de profundidad mientras éste se solidificaba, lo cual dio lugar a vacuolas rellenas por minerales como la zeolita en las rocas adyacentes, como se puede ver en el litoral, por ej. en
Los fiordos más alejados de las principales carreteras están casi todos despoblados; pero algunas agencias organizan excursiones a pie por estas comarcas solitarias, donde los senderistas caminan de un refugio a otro por rutas que atraviesan quebradas de montaña y verdes valles. Delante de la costa se yerguen islotes a los que se accede en barco. El paisaje cambia en Hérað, la región del interior que, al abrigo de los vientos, goza de un clima más benigno, con una lozana vegetación. El pueblo de Egilsstaðir se ha convertido en nudo de comunicaciones y servicios para todo el Este. Aún más al norte, la naturaleza cambia de nuevo, con un paisaje de suaves contornos y ríos de pesca que serpentean hasta el mar.

En los Fiordos del Este hay numerosos puertos naturales, que dieron lugar, a finales del s. XIX, al nacimiento de varios núcleos de población; la mayoría persiste todavía. Estos municipios tienen un encanto especial, subrayado por festejos anuales. Además, en varios hay museos de reciente creación que testimonian tiempos pasados como los días de la II Guerra Mundial, la época de los pescadores franceses en aguas islandesas, u obras de arte y útiles tecnológicos. Otros relacionados con la naturaleza, y con lo más característico de la zona: las piedras y los renos, que tienen su principal reserva en las tierras altas de Fljótsdalsheiði.